El Informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos realiza un seguimiento de los progresos por países para reducir a la mitad el desperdicio de alimentos antes de 2030 (ODS 12.3). El presente informe, cuya primera edición se publicó en 2021, se basa en recopilaciones de datos recientes y más amplias con lo que proporciona información actualizada sobre la magnitud del desperdicio de limentos en todo el mundo y se centra en la colaboración entre múltiples partes interesadas a través de alianzas público-privadas (APP) como una posible solución.
• En 2022, el mundo desperdició 1.050 millones de toneladas de alimentos. Esto supone el
desperdicio de una quinta parte (19%) de los alimentos disponibles para los consumidores, un
desperdicio procedente tanto del comercio minorista como de los hogares y los proveedores de servicios alimentarios. A esto hay que añadir que el 13% de los alimentos se pierden en la cadena
de suministro en el período comprendido entre después de la cosecha y la venta al por menor,
según estimaciones de la FAO.
• La mayor parte del desperdicio mundial de alimentos procede de los hogares. Del total de
alimentos desperdiciados en 2022, los hogares fueron responsables de 631 millones de toneladas,
equivalentes al 60%; el sector de proveedores de servicios alimentarios, de 290 millones; y el
sector de minoristas, de 131 millones.
• Reducir el desperdicio de alimentos aporta beneficios adicionales. La pérdida y el desperdicio
de alimentos generan entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto
invernadero (GEI), lo que representa casi cinco veces las emisiones totales del sector de la aviación.
Una pérdida que contrasta con la situación actual en la que 783 millones de personas que
padecen hambre y un tercio de la humanidad se enfrenta a la inseguridad alimentaria.
• En los hogares se desperdician al menos 1.000 millones raciones de comida cada día. En
promedio, cada persona desperdicia 79 kg de comida al año. Cada día se desperdicia en los
hogares de todo el mundo el equivalente a al menos 1.000 millones de raciones de comida
comestibles, según un cálculo muy conservador de la proporción de alimentos comestibles
desperdiciados. Esta cifra de desperdicio equivaldría a brindar 1,3 comidas diarias para todas las
personas que padecen hambre en el mundo.
• El desperdicio de alimentos no es sólo un problema de los países ricos. Debido a que la
cobertura de datos se ha incrementado casi al doble desde que se publicó el Informe del Índice de
Desperdicio de Alimentos 2021, se ha producido una mayor convergencia en el promedio de
desperdicio de alimentos per cápita en los hogares. La cantidad de alimentos desperdiciados en
los hogares de los países de ingreso alto, medio alto y medio-bajo difiere en un promedio de tan
solo 7 kg por persona al año.
• Correlación entre temperatura y desperdicio de alimentos. Los países más cálidos parecen
tener más desperdicio de alimentos per cápita en los hogares, debido potencialmente a un mayor
consumo de alimentos frescos con partes no comestibles sustanciales y a la falta de una cadena
de frío fiable. Las temperaturas estacionales más altas, los episodios de calor extremo y las sequías
dificultan el almacenamiento, el procesamiento, el transporte y la venta de alimentos de forma
segura, lo que a menudo provoca que se desperdicien o se pierdan volúmenes significativos de
alimentos.
• Disparidades entre zonas urbanas y rurales. Los países de renta media presentan variaciones
entre la población urbana y la rural, siendo las zonas rurales las que suelen desperdiciar menos.
Entre las posibles explicaciones se encuentran el mayor desvío de los restos de comida hacia los
animales domésticos, la alimentación animal y el compostaje doméstico en las zonas rurales. El
informe recomienda centrar los esfuerzos en fortalecer la reducción del desperdicio de alimentos
y la circularidad en las ciudades.
• Importancia del G20 en la reducción del desperdicio alimentario. Únicamente cuatro países
del G20 (Australia, Estados Unidos de América, Japón, el Reino Unido) y la Unión Europea
disponen de estimaciones sobre el desperdicio de alimentos adecuadas que permitan realizar un
seguimiento de los progresos logrados de los compromisos asumidos de aquí a 2030. Otros dos
países del G20 disponen de estimaciones adecuadas para los hogares (Canadá, Arabia Saudí), y se
prevé que la estimación de Brasil se publique a finales de 2024. Los países del G20 pueden asumir
un papel de liderazgo en la cooperación internacional y el desarrollo de políticas para lograr el
ODS 12.3, pueden utilizar su influencia sustancial en las tendencias mundiales de consumo para
promover la concienciación y la educación sobre el desperdicio de alimentos en el hogar, y
pueden compartir su experiencia con los países que acaban de empezar a abordar este problema.
• Países como el Reino Unido demuestran y Japón que es posible lograr un cambio a gran
escala, puesto que han conseguido reducciones de desperdicio alimentario del 18% y el 31%,
respectivamente. Los gobiernos, las ciudades, los ayuntamientos y las empresas alimentarias de
todos los tamaños deben aunar esfuerzos con vistas a reducir el desperdicio de alimentos y ayudar
a los hogares a involucrase también.
• Cada vez son más los gobiernos y los grupos regionales e industriales que adoptan alianzas
público-privadas para reducir el desperdicio de alimentos y su impacto sobre el clima y el estrés
hídrico. Estas alianzas, que se centran en un enfoque objetivo-medición-acción
(Target-Measure-Act), reúnen a las partes interesadas para colaborar y alcanzar un objetivo compartido, superando algunos de los retos de un sistema alimentario fragmentado e impulsando
la innovación para lograr un cambio holístico a largo plazo.
• Los países deberían utilizar el Índice de Desperdicio de Alimentos con el objetivo de
cuantificar el desperdicio de alimentos de forma coherente, desarrollar bases de referencia
nacionales sólidas y realizar un seguimiento de los progresos. Muy pocos países han
recopilado datos concluyentes sobre el desperdicio de alimentos, lo que resulta esencial para
comprender la magnitud del problema, identificar los puntos críticos y evaluar la eficacia de las
intervenciones. A pesar de la abundancia de estudios sobre los hogares, sólo unos pocos son
adecuados para el seguimiento de los progresos hacia el ODS 12.3 a nivel nacional, y la cobertura
de los datos sobre el desperdicio de alimentos en los sectores minorista y de proveedores de
servicios alimentarios sigue siendo escasa.
• Es crucial aprovechar la oportunidad de la próxima fase de las contribuciones determinadas a
nivel nacional (CDN) y las estrategias y planes de acción nacionales en materia de diversidad
biológica (EPANDB). A fecha de 2022, tan solo 21 países han incluido la pérdida de alimentos y/o
la reducción de residuos en sus planes climáticos nacionales (CDN, o bien NDCs por sus siglas en
inglés), entre ellos Cabo Verde, China, los Emiratos Árabes Unidos, Namibia y Sierra Leona. El
proceso de revisión de las CDN de 2025 ofrece una oportunidad clave para aumentar la ambición
climática mediante la integración de la pérdida y el desperdicio de alimentos. La integración de
medidas integrales para hacer frente al desperdicio de alimentos en las Estrategias y Planes de
Acción Nacionales en materia de Diversidad Biológica (EPANDB, o bien NBSAPs, por sus siglas en
inglés) es otra oportunidad para fomentar el desarrollo sostenible, en cumplimiento de la meta 16
del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, que insta específicamente a reducir a la
mitad el desperdicio mundial de alimentos de aquí a 2030.
•
El desperdicio de alimentos debe abordarse tanto a nivel individual como sistémico,
incluyendo esfuerzos específicos en zonas urbanas y la colaboración internacional entre países y a
través de las cadenas de suministro.